Históricamente el segmento femenino en México ha enfrentado batallas épicas en la sociedad para lograr, con mucho esfuerzo, apenas los derechos básicos que debería tener. Y cuando hablamos de las mujeres bastaría con reconocer su importancia en número: casi 65 millones de habitantes pertenecen a este grupo social. Es decir, las mujeres en México superan la población de la mayoría de los Países en el continente americano, solo Estados Unidos, Brasil y México superan esta cantidad de personas en un solo País.
Adicional a ello, su relevancia económica es altamente notable: 1 de cada 4 hogares en México tiene como principal sustento a una figura femenina y cuando hablamos de grandes urbes en el País es todavía mayor, donde este número se incrementa a 1 de cada 3 hogares.
Cabe destacar que las mujeres participan en el 90% de las decisiones cruciales que ocurren dentro de las viviendas, comparado contra apenas un 35% de influencia de los hombres en los mismos temas. Esto implica que la mujer supera en muchos sentidos en involucramiento de los hogares y no solo hablamos de actividades domésticas; también si analizamos servicios contratados, productos de consumo, artículos de limpieza, cuidado personal, marcas, presentaciones, colores, diseños, aromas. Es decir, la influencia en prácticamente el presupuesto completo que se destina en las familias.
Sin embargo, aun cuando ha sido reconocida su importancia e influencia en la sociedad del País, se presentan claras evidencias que demuestran que no son prioridad para muchas iniciativas sociales, organismos, empresas, grupos sociales, partidos políticos, pero tampoco de marcas que apoyen con acciones claras y tangibles: aquellas que tocan sus necesidades básicas; y mucho menos en las que otorgan seguridad, afiliación, reconocimiento y ni hablar de la autorrealización.
Basta con revisar que durante la Pandemia de la COVID-19 fue la primera en perder su empleo en las empresas que tenían que hacer recortes o simplemente disminuir los gastos en momentos de incertidumbre. La decisión se inclinaba a despedir a una mujer, antes que, a un hombre, y lo fue también al momento de recuperar el empleo.
La participación de la mujer en el mundo laboral retrocedió 10 años en 2020, tras la llegada del coronavirus y su crisis en los países de América Latina, señaló la CEPAL. El organismo estimó que la tasa de desocupación de las mujeres alcanzó 22.2% en el 2020, esto representa 12.6 puntos porcentuales más frente a 2019.
Las mujeres trabajan mayormente en el sector servicios, el cual se ha visto fuertemente afectado por la pandemia: hospedaje, preparación de alimentos, bebidas, turismo y educación. También están en la primera línea de batalla contra el COVID-19: en los servicios médicos y en el trabajo doméstico, remunerado y no remunerado.
La pandemia ha hecho estragos en el bolsillo de las personas que han enfrentado un contagio. Datos de la AMIS indican que los tratamientos para los hombres por COVID son 40% más caros que los de las mujeres. Los hombres han requerido mayor hospitalización en terapia intensiva, intubación y por eso es que se ve un incremento muy grande. La vulnerabilidad entre hombres frente a las mujeres es evidente porque los hombres presentan mayor frecuencia y mayor severidad. Sin embargo, las mujeres fueron el pilar que sacó adelante los hogares tanto a los hombres, como a los hijos que también se contagiaron de la enfermedad.
De tal manera que la mujer mexicana se ha transformado en un personaje de acero, teniendo que afrontar la desigualdad en muchos ámbitos y también obstáculos que se renuevan de diferentes maneras en las situaciones más complicadas y negativas.
Por lo tanto, es momento para enfocar planes y presupuestos para aprovechar las grandes cualidades de las mujeres en muchos ámbitos. Es tiempo clave para detonar cualidades femeninas y conseguir resultados diferentes como sociedad, tan solo algunos ejemplos de valores que, si son bien apropiados, pueden transformar positivamente los resultados:
- Las mujeres son líderes más persuasivas que sus similares hombres. De acuerdo a la medición del Pulso de México® en estudios empresariales, califican significativamente más alto que los hombres en motivación persuasiva, voluntad para tomar riesgo, empatía, momentos de urgencia, flexibilidad, sociabilidad y, en especial, en asertividad. Estas cualidades permiten a las mujeres leer situaciones con precisión y tomar la información de todos los lados. Por ello destaca su capacidad de persuasión.
- Las mujeres forman equipos incluyentes: son capaces de escuchar todas las opiniones para lograr la mejor decisión posible. Son capaces de leer las situaciones con precisión y tomar la información de todos los lados, y luego tomar la decisión más informada del equipo: palabra clave: escuchar la mejor idea de todos.
- Las mujeres aprenden mejor de la adversidad y continúan con una actitud de “hechos y no palabras”. Poseen habilidades interpersonales fuertes que les permite ser más sociables y, al largo plazo, ser más resistentes a momentos de gran complicación o altamente negativos. Esta combinación de características permite a las mujeres expresar un enfoque único para lidiar con la decepción, rechazo o situaciones que no se resuelve con los planes iniciales. Su gran voluntad les permite demostrarse a sí mismas y a los demás “fe en los resultados.
- Las mujeres son más arriesgadas. Tienen más probabilidades de participar en decisiones de riesgo para llegar a soluciones innovadoras. Tienen la actitud de hacer las cosas que los hombres no se atreven. Es menos probable que duden y se centran en detalles importantes y altamente visibles.
- De tal manera que son auténticamente emprendedoras. Corren el riesgo de equivocarse de vez en cuando con el propósito de lograr resultados. Su alta sensibilidad y fino razonamiento les permite aprender de los errores y seguir adelante.
Tomando en cuenta lo anterior, es tiempo de hacer un profundo análisis y diagnóstico estratégico con el segmento femenino, de tal manera que la sociedad, empresas, gobiernos, industrias, marcas y toda la población en general, aproveche el crecimiento de las capacidades tan completas como son las que tienen de manera natural las mujeres.